La Sagrada Imagen del Santísimo Cristo de Torrijos es una escultura completa de tamaño natural realizada en adobe antiguo policromado en el siglo XVI. La talla aparece junto a la columna a la que está atado mediante una soga que rodea el cuello. El Señor se sitúa a la derecha de la columna con cuerpo hierático levemente inclinado hacia la izquierda, que contrasta con el giro de la cabeza hacia el lado contrario. La posición de las piernas es cerrada, con el pie derecho adelantado, mientras que permanece retrasado el pie izquierdo del que levanta ligeramente el talón. La cabeza luce corona de espinas tallada sobre una abundante cabellera que cae por la espalda y presenta una barba bífida. Destaca la realidad de sus manos, juntas y sobre la columna, la izquierda en actitud de bendecir y la derecha caída. El cuerpo se cubre con paño de pureza en la cintura, oculto desde el siglo XVII con las distintas faldillas de su ajuar.
Posiblemente, la Sagrada Imagen haya sido intervenida a lo largo de su dilatada historia en varias ocasiones, no existiendo constancia de estas actuaciones hasta la actualidad. La última restauración a la que fue sometida la talla estuvo a cargo del escultor e imaginero sevillano D. José Antonio Navarro Arteaga en la propia hacienda en el año 2013. El deficiente estado de conservación que ofrecía el Santísimo Cristo de Torrijos fue el desencadenante de esta intervención en la que se practicó la limpieza y reposición de las pérdidas de policromía, así como la colocación de nuevos casquillos para potencias y el tratamiento de grietas.
La historia de esta devoción se inicia el 29 de Septiembre de 1600 con el hallazgo providencial del Santísimo Cristo atado a la columna en un pozo de la Hacienda de Torrijos. Según cuenta la tradición, una gallina picoteando en la muralla de la Hacienda vino a refugiarse en un hueco que había y buscándola el capataz descubrió la existencia de la Sagrada Imagen junto a la cabeza de San Pedro. En el intento de llevar la efigie a la Parroquia de la localidad, se dispuso un carro tirado por bueyes que no se movió del lugar, dando a entender a los presentes que era expreso deseo del Santísimo Cristo recibir culto en la antigua fortaleza, para lo cual se realizó la Capilla y el retablo que acogen al Señor desde el siglo XVII. El hallazgo fue un acontecimiento de especial relevancia para el centenar de vecinos de Valencina y para los pueblos comarcanos, organizándose desde entonces romerías y peregrinaciones que convirtieron la Capilla en uno de los centros de mayor devoción del Aljarafe, especialmente durante todo el mes de octubre, en el que llegaban miles de peregrinos llegados de la provincia sevillana y de otros lugares.
El siglo XIX supone el apogeo de los llamados Carros de Torrijos, organizados principalmente en la capital, y sobre todo en Triana; también llegaban comitivas romeras procedentes de los pueblos vecinos del Aljarafe y de la Vega del Guadalquivir. Era un continuo fluir de romeros durante los domingos del mes de octubre, donde después de visitar al Santísimo Cristo ofreciéndole sus oraciones y promesas, se repartían por la finca para pasar una jornada festiva, regresando al atardecer a sus lugares de origen. Renombrados fueron los regresos de las comitivas romeras que llegaban a Sevilla por la trianera calle Castilla, existiendo constancia en obras de escritores y en la prensa del momento.
La tradición oral asegura que existieron hermandades que acudían a venerar al Santísimo Cristo de Torrijos durante el mes de octubre procedentes de pueblos cercanos y de la propia Sevilla; quizás, por no gozar de Reglas aprobadas eclesiásticamente y por su carácter irregular, se perdieron en el tiempo todas las pistas capaces de confirmar esta teoría.
La importancia que, en términos religiosos, sociales y culturales, tiene la Imagen del Cristo de Torrijos en la comarca es, de todo punto, incalculable, siendo conocido popularmente con el sobrenombre de "Señor del Aljarafe" dada la dispar procedencia de devotos que aun hoy acuden a venerarlo.
En los años 1609 y 1630 se cita la Capilla de la Hacienda de Torrijos en las actas de las visitas pastorales del Visitador eclesiástico a Valencina, poniendo especial relieve en el cuidado y esmero que presentaba.
Aunque se tiene constancia de la existencia de otras, se conservan actualmente en la Capilla varias conceciones de Indulgencias a los visitantes de la misma, dadas respectivamente por S.S. el Papa Pío VI en 1795 y por los Excmos. Sres. Arzobispos de Sevilla, Farsaria, Selencia, Granada, Ilmos. Obispos de Canarias, Cádiz, Guadix, Botra y Emmo. Cardenal y Patriarca de las Indias en diferentes años del siglo XVIII, lo que permite advertir no sólo del reconocimiento por parte de las autoridades eclesiásticas de la relevancia de esta devoción, sino también de la expansión que esta alcanzaba ya transcurridos doscientos años desde el hallazgo de la venerada Imagen.
En el año 2000, con motivo de la conmemoración del IV Centenario del Hallazgo del Santísimo Cristo de Torrijos, S.S. el Papa Juan Pablo II, a través de la Penitenciaria Apostólica de Roma, concede Indulgencia Plenaria a todos los que participen en la Capilla en los ritos sagrados o al menos recen piadosamente el Padre Nuestro y la Profesión de Fe.
La Capilla de la Hacienda ha recibido varias visitas de miembros de la Casa Real de España que han orado ante el milagroso Cristo atado a la columna, así como de miembros de Casas Reales de otras naciones.
Queda constancia escrita, palpable además en el azulejo conmemorativo realizado por la Fábrica de Cerámicas Mensaque de Sevilla, instalado en el interior de la Capilla, de la visita que realizara el 28 de Febrero de 1908 S.A.R. D. Alfonso de Borbón y Battenberg, Príncipe de Asturias, primogénito de S.S.M.M. los Reyes D. Alfonso XIII y Dña. Victoria Eugenia de Battenberg, que había nacido en Madrid el 10 de Mayo de 1907 y contaba, por tanto, con tan solo nueve meses de edad en la fecha de la visita a la Sagrada Imagen.
El 8 de Febrero de 1877, visita la Capilla la Infanta María de la Paz de Borbón y Borbón, hija de la Reina Isabel II y hermana de Alfonso XII, que contaba con catorce años y vivía con su madre y hermanas menores en el Real Alcázar de Sevilla, según consta en su diario autógrafo existente en la Biblioteca Real del Palacio Real de Madrid. Posiblemente, realizase esta visita acompañada de la Infanta María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón, Duquesa de Montpensier, de la Infanta María de las Mercedes de Orleans y Borbón, y de la propia Reina Isabel II.
Así mismo, están muy recientes las visitas de S.S.M.M. los Reyes Balduino y Fabiola de Bélgica, que se alojaron en la Hacienda de Torrijos en algunas de sus venidas a Sevilla, y que oraron en varias ocasiones ante la Sagrada Imagen, e incluso asistieron, junto con los fieles de esta localidad, a los oficios religiosos del Viernes Santo celebrados en la Capilla. No obstante, si ha habido un miembro de la Familia Real española con una devoción acendrada hacia Nuestros Titulares y una estrecha vinculación con esta Hermandad, ha sido S.A.R. la Infanta Dña. Isabel Alfonsa de Borbón-Dos Sicilias y Borbón, que residió durante años en su chalet de esta localidad, manteniendo constante y directo contacto con sus habitantes y volcándose con sus más celosas tradiciones, siendo conocida su veneración por el Santísimo Cristo de Torrijos y su actitud de colaboración para con esta Hermandad, que siempre la consideró, aunque no se conserve documento alguno que la refleje oficialmente, su Hermana de Honor.
En la actualidad, S.M. D. Juan Carlos I, Rey emérito de España, es Hermano Mayor Honorario de esta Hermandad, desde que en el año 2008 aceptara la solicitud emitida por la corporación, a la que le concede el título de Real en 2010.
Las piezas literarias dedicadas al Santísimo Cristo de Torrijos son muy numerosas, no solo por lo extenso de su devoción, sino también acrecentadas por la fama de su Romería. Baste citar plumas de calidad contrastada como la de Gustavo Adolfo Bécquer, sin olvidar, las descripciones de los viajeros románticos europeos, entre las que destaca las del Barón francés Jean-Charles de Davillier.
En el siglo pasado tenemos piezas literarias nacidas de las plumas insignes de José Alonso Morgado, José Muñoz San Román, Carlos Ros o Antonio Burgos Belinchón. No hay que olvidar tampoco las poesías y descripciones del insigne Fray Ambrosio de Valencina. Dentro de las composiciones musicales, merece especial mención el "Himno al Santísimo Cristo de Torrijos" (letra: Francis Pérez Pérez. Adaptación musical: Jesús Salas Orden, 1996).
También existen múltiples realizaciones artísticas, destacando los abundantes grabados con la Imagen del Santísimo Cristo. A ellos se les unen creaciones pictóricas entre las que destacan Gonzalo Bilbao y Martínez de León. Todo ello se completa con numerosas fotografías de diversas épocas y técnicas, carteles y creaciones pictóricas que, si bien ofrecen menor interés desde el punto de vista artístico, son de vital importancia para conocer el arraigo de la devoción a esta Sagrada Imagen: los exvotos.
Una de las joyas que engrosan el patrimonio devocional del Santísimo Cristo de Torrijos es la ingente cantidad de exvotos ofrecidos como agradecimiento por la curación de enfermedades, salvación en situaciones extremas y cumplimiento de promesas.
Estos exvotos, que ocupan prácticamente la totalidad de las paredes de la Capilla, son bien pinturas que recrean el hecho en cuestión, con su solución milagrosa, donde se recogen nombres, localidades y fechas que abarcan desde el siglo XVIII hasta la actualidad, bien representaciones en plata de partes del cuerpo que han sido sanadas, y otros de muy diversa índole, como grilletes, esposas de reos, muletas, espinas dorsales de tiburones, etc..., aparte de lámparas votivas en plata de los siglos XVII al XIX.